jueves, 24 de septiembre de 2015

Movimientos estudiantiles: 1968 en Montevideo


“La insurgencia universitaria”

            “La movilización estudiantil apareció de manera llamativa recién a mediados de mayo. En un primer momento se expresó en las protestas generadas entre los alumnos liceales y de preparatorios por el anuncio de un aumento del 40 % en el precio del transporte urbano. Desde el 11 de mayo se produjeron incidentes de entidad: manifestaciones callejeras, apedreamientos de ómnibus, barricadas con quema de neumáticos y enfrentamientos entre jóvenes y policías. Tres días después fueron ocupados por sus alumnos 12 liceos capitalinos, dirigido a ejercer presión sobre la Intendencia Municipal de Montevideo hasta el logro de un “boleto estudiantil y popular subsidiado por la banca y el latifundio”. En la UTU las altas deudas presupuestales del gobierno con ese organismo, provocaron primero una huelga estudiantil y docente del 13 al 17 de mayo y la ocupación de 4 escuelas industriales y la sede central de esa casa de estudios. También los estudiantes de magisterio protagonizaron una huelga demandando la ampliación del sistema de becas, la apertura de clases nocturnas y la instalación de un comedor para los alumnos. Este conflicto terminó exitosamente.
“Un rasgo típico de la movilización estudiantil universitaria de 1968 radica en que sus exigencias iniciales –sobre los escasos dineros de la Universidad-, se desplazaron rápidamente hacia reclamos contra la represión violenta y a las políticas del gobierno. Ese rápido cambio se aceleró por la creciente represión policial a los reclamos estudiantiles y popular.
                 El 6 de junio la FEUU organizó una manifestación por 18 de Julio planteando como consigna central la demanda del pago de la abultada deuda presupuestal que mantenía el poder Ejecutivo con la Universidad y otros organismos de enseñanza. Sorpresivamente, a poco de haberse iniciado, la marcha fue baleada por los ocupantes de un vehículo policial sin que mediara algún tipo de advertencia previa. El saldo fue de 5 estudiantes heridos de consideración. Al día siguiente, luego de un multitudinario acto de repudio realizado frente a la sede central de la Universidad, los incidentes callejeros fueron de una magnitud sin precedentes. Durante más de 3 hs. se sucedieron las refriegas, a raíz de las cuales resultaron lesionados numerosos jóvenes, decenas de detenidos y cuantiosos daños materiales, incluyendo una decena de autos incendiados.
                El 12 de junio, después de un acto público convocado por la Universidad, la FEUU y la CNT, se produjeron fuertes enfrentamientos. El evento, cuya plataforma planteaba “la defensa de las libertades, contra la represión, por la libertad de los estudiantes presos”, debía culminar con una marcha desde la explanada universitaria hacia el centro de la ciudad. La prohibición por el Ministerio del Interior de esa actividad prevista provocó un desacato masivo que derivó en una verdadera batalla campal entre estudiantes y trabajadores que pretendían manifestar y policías. Se alzaron barricadas en las adyacencias de la Universidad y los choques se prolongaron durante varias horas en una amplia zona de enfrentamientos que se extendió hasta la plaza Independencia. El parte policial dio cuenta de 266 manifestantes presos e importantes destrozos de la vía pública.
            El 13 de junio un decreto del presidente Jorge Pacheco Areco implantó las medidas prontas de seguridad. En relación a la movilización estudiantil decía, “el desusado clima de violencia callejera y de perturbación del orden público que se ha desatado en los últimos días en la ciudad de Montevideo y que ha causado ingentes daños de bienes de terceros” .
            El 14 de junio se reunió la Convención de la FEUU para declarar que el movimiento estudiantil universitario “enfrentará las medidas de seguridad y defenderá las libertades ejerciéndolas (...) continuará con la movilización basada en la agitación callejera de enfrentamiento directo, extenderá la acción estudiantil de agitación y propaganda a toda la ciudad, denunciará a los sectores golpistas que se ven favorecidos en sus intereses por la conculcación de libertades establecidas por las medidas de seguridad.” Cotidianamente, compactos grupos de estudiantes secundarios y universitarios recorrían zonas de la ciudad en manifestaciones “relámpago” realizaban actividades propagandísticas, interrumpían el tránsito y chocaban con la policía y sus “técnicas antimotines”. Esa dinámica se mantuvo durante todo julio, con algunos sucesos graves. Entre ellos el cercamiento de la Facultad de Medicina entre el 11 y el 14 de julio, cuya resultante fue la detención de 173 estudiantes y dos nuevos heridos de bala. Del mismo modo, el ataque policial a la Facultad de Arquitectura del 29 de julio, el cual tuvo como finalidad quitar de la fachada del edificio un cartel de solidaridad con los trabajadores públicos militarizados. En esa ocasión, otro alumno fue herido de bala, sendo la octava víctima de la represión con armas de fuego a los estudiantes en el transcurso de pocas semanas.

“El asalto a la Universidad
Proponiendo una nueva conciencia crítica de la realidad nacional, la protesta universitaria de 1968 tuvo la forma de una típica movilización de las masas estudiantiles a raíz de cuestiones que sobrepasaban las reclamaciones estrictamente estudiantiles orientadas a una dura crítica a la situación social y económica existente.
En la situación crítica de la época, los vínculos entre el poder político y la Universidad llegaron a un estado de descomposición. En ese contexto, los ataques del gobierno a la Universidad fueron creciendo. En la madrugada del viernes 9 de agosto, violentando claras medidas legales, el ministro del Interior, Eduardo Jiménez de Aréchaga, con el apoyo del presidente, dispuso el allanamiento de varios locales universitarios, sin orden ni presencia judicial y con personal armado a guerra. En el operativo se derribaron puertas y se destrozaron muebles, instrumentos científicos, libros, archivos y materiales didácticos, sin que se obtuviera más resultado que la incautación de impresos propagandísticos de los centros de estudiantes.
                La respuesta de la Universidad frente a la transgresión de su autonomía puso una vez más en claro el hondo divorcio entre ella y el gobierno: “...condena enérgicamente el atropello policial y proclama la necesidad de la unión de las fuerzas nacionales interesadas en salvar al país de la violencia, del desgobierno, y la inmoralidad...”
                El viernes 9 de agosto de 1968, a pocas horas de producido el asalto a la Universidad, comenzaron los multitudinarios actos de protesta en defensa de la autonomía universitaria. Una inmensa columna de estudiantes intentó manifestar en la mañana pero fue disuelta por la Guardia Metropolitana. En la tarde se desató una ola de incidentes callejeros, barricadas y represión con armas de fuego por la policía. La secuela de los tumultos fue de decenas de detenidos y un alto e indeterminado número de heridos que fueron atendidos en diversos centros médicos. Entre ellos un joven estudiante herido de gravedad al ser alcanzado en la cabeza por una granada de gas lacrimógeno. El lunes 12 de agosto la agitación estudiantil fue nuevamente objeto de una muy dura represión. Frente a la Facultad de Veterinaria fue herido de bala el estudiante Líber Arce, quien falleció 2 dias después. Su cuerpo fue velado en la Universidad y sepultado en acto multitudinario en el cementerio del Buceo.
                Pocos días después, el 18 de setiembre los estudiantes tuvieron la jornada más sangrienta del período. Una columna de estudiantes que se dirigía desde la Facultad de Medicina al Palacio Legislativo, fue atacada con escopetas de perdigones provocando lesiones graves a varios estudiantes. Dos días después, una manifestación de estudiantes de la Universidad, de UTU, de liceales, fue reprimida con perdigones lesionando a más de 80 jóvenes y dieron muerte a dos de ellos. Hugo de los Santos, alumno de Facultad de Ciencias Económicas y Susana Pintos, alumna de UTU fallecieron sin poder recibir asistencia médica por el cerco policial al edificio de la Universidad.
                El 23 de setiembre el presidente Pacheco Arreco clausuró “por razones de orden público la actividad docente y estudiantil en los establecimientos públicos de Enseñanza Superior, Secundaria y del Trabajo ubicados en el departamento de Montevideo” . La mediada se extendió hasta el 15 de octubre.

[Tomado de BRECHA, “La Lupa”, “Liber Arce. La insurgencia universitaria del 68”. 13 de agoto de 1993, pp. 15-17.]







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