Movimientos estudiantiles: 1968 en Montevideo
“La insurgencia universitaria”
“La movilización estudiantil apareció de
manera llamativa recién a mediados de mayo. En
un primer momento se expresó en las protestas generadas entre los
alumnos liceales y de preparatorios por el anuncio de un aumento del
40 % en el precio del transporte urbano. Desde el 11 de mayo se
produjeron incidentes de entidad: manifestaciones callejeras,
apedreamientos de ómnibus, barricadas con quema de neumáticos y
enfrentamientos entre jóvenes y policías. Tres días después
fueron ocupados por sus alumnos 12 liceos capitalinos, dirigido a
ejercer presión sobre la Intendencia Municipal de Montevideo hasta
el logro de un “boleto
estudiantil y popular subsidiado por la banca y el latifundio”.
En la UTU las altas deudas presupuestales del gobierno con ese
organismo, provocaron primero una huelga estudiantil y docente del 13
al 17 de mayo y la ocupación de 4 escuelas industriales y la sede
central de esa casa de estudios. También los estudiantes de
magisterio protagonizaron una huelga demandando la ampliación del
sistema de becas, la apertura de clases nocturnas y la instalación
de un comedor para los alumnos. Este conflicto terminó exitosamente.
“Un
rasgo típico de la movilización estudiantil universitaria de 1968
radica en que sus exigencias iniciales –sobre los escasos dineros
de la Universidad-, se desplazaron rápidamente hacia reclamos contra
la represión violenta y a las políticas del gobierno. Ese rápido
cambio se aceleró por la creciente represión policial a los
reclamos estudiantiles y popular.
El 6
de junio la FEUU organizó una manifestación por 18 de Julio
planteando como consigna central la demanda del pago de la abultada
deuda presupuestal que mantenía el poder Ejecutivo con la
Universidad y otros organismos de enseñanza. Sorpresivamente, a poco
de haberse iniciado, la marcha fue baleada por los ocupantes de un
vehículo policial sin que mediara algún tipo de advertencia previa.
El saldo fue de 5 estudiantes heridos de consideración. Al día
siguiente, luego de un multitudinario acto de repudio realizado
frente a la sede central de la Universidad, los incidentes callejeros
fueron de una magnitud sin precedentes. Durante más de 3 hs. se
sucedieron las refriegas, a raíz de las cuales resultaron lesionados
numerosos jóvenes, decenas de detenidos y cuantiosos daños
materiales, incluyendo una decena de autos incendiados.
El 12 de
junio, después de un acto público convocado por la Universidad, la
FEUU y la CNT, se produjeron fuertes enfrentamientos. El evento, cuya
plataforma planteaba “la
defensa de las libertades, contra la represión, por la libertad de
los estudiantes presos”,
debía culminar con una marcha desde la explanada universitaria hacia
el centro de la ciudad. La prohibición por el Ministerio del
Interior de esa actividad prevista provocó un desacato masivo que
derivó en una verdadera batalla campal entre estudiantes y
trabajadores que pretendían manifestar y policías. Se alzaron
barricadas en las adyacencias de la Universidad y los choques se
prolongaron durante varias horas en una amplia zona de
enfrentamientos que se extendió hasta la plaza Independencia. El
parte policial dio cuenta de 266 manifestantes presos e importantes
destrozos de la vía pública.
El 13 de
junio un decreto del presidente Jorge Pacheco Areco implantó las
medidas prontas de seguridad. En relación a la movilización
estudiantil decía, “el
desusado clima de violencia callejera y de perturbación del orden
público que se ha desatado en los últimos días en la ciudad de
Montevideo y que ha causado ingentes daños de bienes de terceros”
.
El 14 de
junio se reunió la Convención de la FEUU para declarar que el
movimiento estudiantil universitario “enfrentará
las medidas de seguridad y defenderá las libertades ejerciéndolas
(...) continuará con la movilización basada en la agitación
callejera de enfrentamiento directo, extenderá la acción
estudiantil de agitación y propaganda a toda la ciudad, denunciará
a los sectores golpistas que se ven favorecidos en sus intereses por
la conculcación de libertades establecidas por las medidas de
seguridad.”
Cotidianamente, compactos grupos de estudiantes secundarios y
universitarios recorrían zonas de la ciudad en manifestaciones
“relámpago” realizaban actividades propagandísticas,
interrumpían el tránsito y chocaban con la policía y sus “técnicas
antimotines”. Esa dinámica se mantuvo durante todo julio, con
algunos sucesos graves. Entre ellos el cercamiento de la Facultad de
Medicina entre el 11 y el 14 de julio, cuya resultante fue la
detención de 173 estudiantes y dos nuevos heridos de bala. Del mismo
modo, el ataque policial a la Facultad de Arquitectura del 29 de
julio, el cual tuvo como finalidad quitar de la fachada del edificio
un cartel de solidaridad con los trabajadores públicos
militarizados. En esa ocasión, otro alumno fue herido de bala, sendo
la octava víctima de la represión con armas de fuego a los
estudiantes en el transcurso de pocas semanas.
“El asalto a la
Universidad”.
Proponiendo una nueva conciencia crítica de la realidad nacional, la protesta universitaria de 1968 tuvo la forma de una típica movilización de las masas estudiantiles a raíz de cuestiones que sobrepasaban las reclamaciones estrictamente estudiantiles orientadas a una dura crítica a la situación social y económica existente.
Proponiendo una nueva conciencia crítica de la realidad nacional, la protesta universitaria de 1968 tuvo la forma de una típica movilización de las masas estudiantiles a raíz de cuestiones que sobrepasaban las reclamaciones estrictamente estudiantiles orientadas a una dura crítica a la situación social y económica existente.
En
la situación crítica de la época, los vínculos entre el poder
político y la Universidad llegaron a un estado de descomposición.
En ese contexto, los ataques del gobierno a la Universidad fueron
creciendo. En la madrugada del viernes 9 de agosto, violentando
claras medidas legales, el ministro del Interior, Eduardo Jiménez de
Aréchaga, con el apoyo del presidente, dispuso el allanamiento de
varios locales universitarios, sin orden ni presencia judicial y con
personal armado a guerra. En el operativo se derribaron puertas y se
destrozaron muebles, instrumentos científicos, libros, archivos y
materiales didácticos, sin que se obtuviera más resultado que la
incautación de impresos propagandísticos de los centros de
estudiantes.
La
respuesta de la Universidad frente a la transgresión de su autonomía
puso una vez más en claro el hondo divorcio entre ella y el
gobierno: “...condena
enérgicamente el atropello policial y proclama la necesidad de la
unión de las fuerzas nacionales interesadas en salvar al país de la
violencia, del desgobierno, y la inmoralidad...”
El viernes
9 de agosto de 1968, a pocas horas de producido el asalto a la
Universidad, comenzaron los multitudinarios actos de protesta en
defensa de la autonomía universitaria. Una inmensa columna de
estudiantes intentó manifestar en la mañana pero fue disuelta por
la Guardia Metropolitana. En la tarde se desató una ola de
incidentes callejeros, barricadas y represión con armas de fuego por
la policía. La secuela de los tumultos fue de decenas de detenidos y
un alto e indeterminado número de heridos que fueron atendidos en
diversos centros médicos. Entre ellos un joven estudiante herido de
gravedad al ser alcanzado en la cabeza por una granada de gas
lacrimógeno. El lunes 12 de agosto la agitación estudiantil fue
nuevamente objeto de una muy dura represión. Frente a la Facultad de
Veterinaria fue herido de bala el estudiante Líber Arce, quien
falleció 2 dias después. Su cuerpo fue velado en la Universidad y
sepultado en acto multitudinario en el cementerio del Buceo.
Pocos días
después, el 18 de setiembre los estudiantes tuvieron la jornada más
sangrienta del período. Una columna de estudiantes que se dirigía
desde la Facultad de Medicina al Palacio Legislativo, fue atacada con
escopetas de perdigones provocando lesiones graves a varios
estudiantes. Dos días después, una manifestación de estudiantes de
la Universidad, de UTU, de liceales, fue reprimida con perdigones
lesionando a más de 80 jóvenes y dieron muerte a dos de ellos. Hugo
de los Santos, alumno de Facultad de Ciencias Económicas y Susana
Pintos, alumna de UTU fallecieron sin poder recibir asistencia médica
por el cerco policial al edificio de la Universidad.
El 23 de
setiembre el presidente Pacheco Arreco clausuró “por
razones de orden público la actividad docente y estudiantil en los
establecimientos públicos de Enseñanza Superior, Secundaria y del
Trabajo ubicados en el departamento de Montevideo”
. La mediada se extendió hasta el 15 de octubre.
[Tomado
de BRECHA, “La Lupa”, “Liber Arce. La insurgencia universitaria
del 68”. 13 de agoto de 1993, pp. 15-17.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario