Empresas multinacionales y
globalización
Se denomina empresas multinacionales a aquéllas
empresas que no sólo operan y tienen presencia en su país de origen, sino que
también se encuentran en otros países. Están en más de una nación (multi-nacional). Aunque el
concepto lingüístico es sencillo, la dinámica y el funcionamiento de este tipo
de empresas es muy complejo y merece ser analizado.
Las
multinacionales expanden operaciones como la producción o la administración
alrededor del mundo, y movilizan plantas industriales de un país a otro. Tienen
una visión global de la economía y de su ámbito de trabajo. Operan para todo el
mundo, y sus clientes son los mercados, países, empresas, organizaciones, de
todo el planeta. Al ser multinacionales, conciben al mundo entero como su
mercado potencial, y sobre él actúan y se mueven.
El
término multinacional ha de ser entendido como descripción
del ámbito de actuación, no de la naturaleza de la compañía. Una empresa
multinacional no es una empresa cuyo origen esté en muchas naciones, sino que
opera y actúa en un gran número de ellas. Por ejemplo The Coca-Cola
Company es una empresa
de Estados Unidos (es una empresa nacional estadounidense) que está presente en
todo el mundo (es una empresa multinacional a nivel global). The Coca-Cola
Company es una empresa estadounidense, no una empresa multinacional, en tanto
en cuanto no es una empresa de varias naciones. Debido a la posibilidad de caer
en un error, algunos autores prefieren referirse a este tipo de corporaciones
que operan en varios países como empresas
transnacionales.
La globalización va de la mano de las
multinacionales
Las
multinacionales son los principales agentes del proceso de globalización. Junto
a su expansión por el mundo se difunde la economía, la política e incluso la
cultura.
Las
multinacionales expanden la economía por el planeta porque trasladan sus
actividades (económicas) a otros países, de forma que la inversión, los
beneficios o las pérdidas afectan no sólo al país de origen de la empresa, sino
también a los nuevos países en los que la empresa se ha instalado. Toyota
(multinacional japonesa), cuando se instala en Tailandia, afecta a la economía
de Japón pero también a la de Tailandia.
Por otro
lado, las multinacionales difunden las políticas porque, en el fondo, la
política va estrechamente ligada a la economía. Los gobiernos de los países se
preocupan por la economía, y no hay mayor entidad económica que una gran
multinacional. La voluntad de las empresas se ve muchas veces plasmada en las
políticas que adoptan los Estados y los organismos internacionales.
Finalmente,
las multinacionales también propulsan la difusión de la cultura por todo el
mundo. Casi siempre son multinacionales occidentales, así que es la cultura
occidental la que triunfa en su expansión global. Por ejemplo, cuando una
empresa como Adidas (multinacional alemana) llega hasta Indonesia, los jóvenes
indonesios comienzan a vestir como los alemanes. Así, la forma de vestir, la
música que se escucha, los refrescos que se beben y las películas que se ven
son las mismas en todo el mundo, porque han llegado a todos los países gracias
a las empresas multinacionales, que han extendido sus productos por todo el
planeta. Este fenómeno es lo que se puede llamar ‘globalización cultural’.
Así
pues, dentro del proceso de globalización, podemos distinguir varios tipos:
-Globalización
económica. La globalización se caracteriza en la economía
por la integración de las economías locales en una economía de
mercado mundial, donde los modos de producción y los movimientos de
capital se configuran a escala planetaria, cobrando mayor importancia el
papel de las empresas multinacionales y la libre circulación de
capitales, junto con la implantación definitiva dela sociedad
de consumo.
-Globalización
política. Este
tipo de globalización consiste en la creciente integración de las distintas políticas
nacionales en una única política mundial. A través de organismos
internacionales, y bajo la constante presión de las empresas multinacionales,
las decisiones políticas de importancia mundial están siendo fomentadas y
extendidas por todo el planeta para que afecten a todos los países del mundo.
Aunque no sólo son políticas económicas, también se han ‘globalizado’ políticas
medioambientales (ONGs) , políticas de defensa (OTAN), políticas de cultura
(UNESCO), políticas sociales (ONU)…
-Globalización
cultural. En
la que las prendas, música, modas, formas de actuar, pensamiento, etc.
adquieren dimensiones y presencia globales. Las tendencias occidentales se
difunden por todo el mundo, y se adoptan en países como Brasil, Egipto,
Malasia, Bolivia o la India. Hoy en día se pueden ver camisetas de fútbol de
equipos europeos en cualquier país del mundo, así como zapatillas de Nike o
películas de Hollywood.
En estos tres tipos
de globalización están muy presentes las empresas
multinacionales. De hecho, son ellas quienes ayudan a que cualquier aspecto de
la vida cotidiana (política, cultura, economía…) adquiera dimensiones globales.
Las multinacionales están siendo el principal conducto por el cual la
globalización se está desarrollando y, a su vez, ésta está promoviendo el
rápido desarrollo de las empresas multinacionales (es decir, que las empresas
se transnacionalicen o que las que ya han acometido ese proceso crezcan aun más,
fusionándose con otras o ampliando sus mercados). Así pues, globalización y
multinacionales van de la mano y se autoalimentan, reforzándose mutuamente.
José Luis Sampedro decía que la tan celebrada
globalización no era mas que un proceso en el que se transfería el poder de los
Estados a las multinacionales. Efectivamente, con el proceso de globalización
son las empresas y no los gobiernos y los Estados los que toman la iniciativa y
el protagonismo en la economía mundial, si bien es cierto que estos últimos
tienen todavía en sus manos los instrumentos de regulación para asegurar
un mundo más competitivo y más justo (económica y socialmente). En el
fondo, la globalización consiste en que el poder pase desde la política a la
economía.
Multinacionales con demasiado
poder
Ya lo adelantó J.K Galbraith en El nuevo estado industrial (1967), cuando dijo que las
grandes corporaciones se convertirían en la unidad económica estratégica de
mayor significado y entidad en el mundo. Se ha cumplido. Hemos llegado a un punto
en la historia en el que encontramos empresas cuyo tamaño las hace más fuertes
económicamente que incluso países enteros. Por ejemplo ExxonMobil tiene más
dinero que Malasia, Perú o Ucrania.
Este poder económico conlleva a un aumento del poder de decisión,
mediante la presión a la política. Aunque no sea de forma directa, muchas veces
las multinacionales de sectores estratégicos controlan la política en todos los
niveles geográficos: local, nacional, regional y mundial. Los casos más
conocidos son los de las multinacionales petroleras, del gas, financieras,
informáticas… etc. Grandes empresas que controlan sectores muy importantes para
el desarrollo de la vida de las personas y de los países.
En el siguiente ranking se combinan países y empresas, de forma que,
comparando producto interior bruto (PIB) e ingresos (revenues). La propia
Gazprom, por ejemplo, tiene más dinero que Bangladesh o Irak. Esta lista está
elaborada con datos de 2011, y no deja de ser sorprendente que entonces, de las
100 mayores economías del mundo, 60 fueran países y 40 empresas.
Los procesos de fusión y las alianzas
entre grandes empresas les permiten alcanzar un enorme tamaño, a la vez que
crecen su poder e influencia en la economía mundial. Mediante estas prácticas
han conseguido formarse grandes corporaciones que superan el volumen económico
de muchos países y, por lo tanto, tienen más poder de decisión a nivel
internacional.
Deslocalización
En el mapa observamos una tendencia clara a deslocalizar siempre desde
zonas de un rango mayor hacia otras de nivel inferior. Se destacan tres zonas
tradicionales de poder y dos nuevas zonas emergentes: Latinoamérica y Asia. La
tendencia es descendente, desde los centros de más poder se deslocalizan
actividades de las empresas hacia centros periféricos. Podemos distinguir dos
tipos de deslocalización, o dos fases.
Primera fase: deslocalización
tradicional
La primera fase tiene lugar
desde los tres polos tradicionales de poder (EEUU+Canadá, Europa y
Japón+Australia) hacia las principales áreas emergentes (México, Brasil,
Argentina, Sudáfrica, Nigeria, Turquía, Subcontinente Indio, Sudeste Asiático,
China).
Esta primera deslocalización
se basa en la reducción de costes de producción. Las grandes empresas
occidentales, procedentes de la Tríada económica (empresas francesas,
alemanas, estadounidenses, japonesas…) se encuentran con que determinadas
actividades son más rentables si las realizan otro tipo de personas (menos
cualificadas) en otro tipo de espacios (más periféricos).
Las actividades que se suelen
deslocalizar son las más sencillas: producción manufacturera (fábricas) y
administración y gestión de datos (oficinas). Otros procesos como la gestión
central o la dirección se mantienen en los puntos de más alto rango (ciudades
globales como Londres, Nueva York, París, Madrid, Tokio, Sidney…). Así se
explica que en estas ciudades encontremos modernos rascacielos y centros de
negocios de alto nivel. Las actividades que en ellos tienen lugar son de mucha
importancia para las empresas (dirección, gestión, marketing, innovación,
diseño, investigación, estrategia empresarial…)
Mientras tanto, en otras
ciudades como Manila, Shanghai, Calcuta, Karachi, Sao Paulo o Bangkok se ocupan
de la simple fabricación de los productos y, como mucho, de gestionar datos informáticos
y contabilidad. Tareas sencillas para gente sencilla. Así es como funciona
esta “primera fase” de la deslocalización empresarial.
Por ejemplo, la multinacional
más importante de la industria del automóvil, Toyota, es líder del sector
gracias a la innovación, al diseño, a la ingeniería y al marketing que hay
detrás de cada uno de sus vehículos. Todas esas tareas (innovación, diseño,
marketing…) se realizan en el país de origen de la empresa (en este caso,
Japón). Son tareas demasiado importantes y de alto rango como para ser
producidas por trabajadores filipinos o indonesios. En cambio, el proceso de
fabricación del propio vehículo sí que depende de otros países. En el caso de Toyota,
sus principales suministradores de piezas y componentes para automóviles se
localizan en el Sudeste Asiático.
En la noticia siguiente vemos
la importancia que tienen estos suministradores subcontratados por las
multinacionales occidentales para el funcionamiento de las mismas. A finales de
2011 unas inundaciones que afectaron a la provincia de Samut Prakan (Tailandia)
obligaron a cerrar las fábricas que tenía Toyota, obligando a detener la
producción de las plantas de la empresa en otros países.
Segunda fase de
deslocalización, un proceso reciente
Lo más interesante de la
deslocalización a nivel global es un proceso concreto que está teniendo lugar
desde hace pocos años. La “primera fase” de la que hemos hablado cuenta con
algunos más años de historia. Famosos son los productos ‘Made in china’ o ‘Made
in Taiwan’, y todos sabíamos ya que es en la India, en Brasil o en China donde
se fabrican las cosas, porque nos llegaban las típicas noticias de las malas
condiciones laborales en las que trabajaban los obreros de estos países y
porque era conocido que las empresas pagaban menos salario en aquéllos países.
Pero ahora las cosas han
cambiado. Ahora los productos ‘Made in Taiwan’ son de un rango algo mayor, y
ahora las grandes ciudades chinas han adquirido un nivel bastante más alto. En
cierta medida, ya no son India o China los pobres desgraciados que tienen que
fabricar a Occidente y encargarse de las tareas que las grandes empresas
europeas y americanas no quieren realizar.
Ahora la India y China han alcanzado un
nivel y un poder económico mucho mayor, de forma que se ha generado una nueva
división de la “pirámide de rangos”. Si antes estaban Occidente en lo más alto
y el resto del mundo en lo más bajo, en la actualidad algunos países han
escapado de ese segundo escalón.
Esos países, que son
principalmente India y China, ya no quieren ser el patio trasero de Occidente.
Ya no se quieren encargar de las tareas poco cualificadas y sencillas. Una
segunda fase de deslocalización se muestra en el mapa en flechas rojas, y
muestra el mismo proceso que se ha descrito anteriormente, de forma que, desde
un nivel más alto, se trasladan ciertas actividades a un nivel inferior.
Esta
segunda deslocalización se basa en la cualificación creciente de la mano de
obra en países de la periferia como China o la India, y consiste en que las
grandes empresas de los países de la periferia traspasan actividades de
producción o confección a otros países como Filipinas, Pakistán o Indonesia.
Las
empresas que realizan esta deslocalización pueden tener relación con las
multinacionales occidentales, pueden ser empresas subcontratadas por alguna
corporación de Occidente que, a su vez, subcontratan o se van a fabricar a
otros países. En este caso los productos de la empresa occidental habrán sido
“deslocalizados” dos veces.
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